En la vida como en la poesía hay que saber cuándo decir sí y cuándo no. Decir sí es sencillo, negarse es evidente. Afirmar muchas cosas en una es como decir sí. Negarlo todo con la cabeza también es decir sí. En el fondo, en esa difusa frontera donde la verdad se confunde con la mentira, decir sí es muchas veces tener miedo. Pero que el miedo no te obligue a renegar de tu nombre y olvidar algo que prometiste. Para decir no es suficiente haberlo perdido todo. Uno dice que sí a todo y dice que no a muy poco cuando quiere que lo amen. ¿Os habéis fijado que hay muchos poetas así? ¿No os habéis dado cuenta que son los que con menos dicen a todo que sí? ¿Todavía no sabéis que cuando lo tengan todo, porque querrán más, no podrán decir que no? Decir algo propio hoy en día es complicado. A veces cuando queremos decir no decimos que sí, pero el poeta sabe del error de pretender contentar a todos. Para viajar por el mundo es preferible callarse antes de decir sí por querer decir no. Escribir un poema como si te jugaras la vida en el empeño es negarlo todo hasta decir finalmente no. Cuando negarse es rectificar lo que fue casi siempre sí, sólo el que es libre puede decir no.