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Llevas bastantes años al frente de una galería, los suficientes para hacer balance. Qué es, a tu juicio, lo mejor y lo peor de esta profesión. Lo mejor es que es en sí una forma de vida que te obliga a tener la mente muy abierta y a relacionarte con gente intelectualmente muy inquieta. El contacto con los artistas es muy enriquecedor, y el intercambio de ideas, fascinante. En cuanto a lo peor... hasta ahora no he encontrado nada que no me satisfaga, pero si insistes en que mencione algo, te diré que puede haber una cierta connotación negativa en el hecho de estar inmerso en un universo, el de la creación, que tiende a ensimismarse. Antes de haber cumplido los treinta ya eras presidente de la asociación de galeristas de Baleares, lo cual denota una precocidad y una profesionalidad asombrosas. ¿Cómo llegaste a este mundillo?. Por tradición familiar. Mis padres son galeristas y de alguna manera yo lo he mamado. Aunque no estudié nada relacionado con las artes plásticas estudié derecho- los años de galería que pasé junto a ellos y el hecho de vivir inmerso en este ambiente desde muy pequeño me dieron perspectiva y un buen puñado de referencias. Me considero autodidacta, y aunque la línea actual de la galería la sala de exposiciones es la misma- difiera mucho de la suya, sí que hay una evidente continuidad de apellidos. De hecho, la galería muere con el galerista: un galerista, un concepto y una línea, otro galerista, una orientación completamente distinta. En cualquier caso, y para evitar que alguien piense que lo he tenido muy fácil, te diré que el apoyo que más agradezco a mis padres es el apoyo moral que me brindaron cuando tomé las riendas del negocio, algo muy difícil de hacer cuando uno parte de una educación clásica -conservadora y ve cómo su hijo se decanta por una línea dura. Siempre conté con su respeto y con ese sentimiento protector tan propio de las culturas mediterráneas. Te veo rodeado de dossieres, cartas y cuadernos garabateados. Qué criterio de selección aplicas . A mi me gusta mucho la idea de grupo, del colectivo artístico, pero encuentro que el concepto quizá no case bien con la presencia del empresario. Tal vez cuadre más con la figura del comisario. No perdamos de vista que esto es un negocio privado y un establecimiento que pertenece a un particular, así que el concepto romántico de grupo no puede canalizarse de esta manera; si nos atenemos a mi respuesta a la anterior pregunta, en ese caso no sólo el artista moriría con el galerista, sino que el grupo entero desaparecería. Lo que valoro principalmente es la actitud del artista ante su trabajo y también una actitud de compromiso frente el arte contemporáneo, ese brillo especial que observo en algunos artistas que se acercan a mi a enseñarme sus trabajos. Suelo recibir un dossier al día, y descubrir nuevas promesas es la parte más estimulante de mi trabajo, ayudarles a subir, conseguir que se consagren. Traer a la galería a una vaca sagrada a golpe de talonario me resulta mucho más tópico que apostar por alguien y comprobar, con el tiempo, que mi olfato no me engaña. Hoy en día me interesan los artistas multimedia, los nuevos soportes, la fotografía y el vídeo, pero sobre todo, como dije antes, me interesa la actitud. En ocasiones selecciono a gente muy dispar que se maneja en lenguajes muy distintos, pero todos ellos tienen una calidad interior común que les hace funcionar juntos en una feria, pongamos por caso, en la que tengo que representarlos a todos con un criterio homogéneo y similar entusiasmo. Parte de tu trabajo consiste en asistir a las ferias de arte y a distintos eventos artísticos. ¿Qué opinas de ARCO y del panorama artístico nacional contemporáneo? Sin duda es una de las ferias más interesantes de Europa. Se la suele criticar por aplicar un criterio de selección demasiado riguroso, pero entiendo que esa es la única manera de que funcione y sea un éxito. También se la critica por ser más un acontecimiento social que artístico, pero desde mi punto de vista eso la hace doblemente interesante. La gente- toda la gente, sin excepciones- aporta siempre frescura y dinamismo. Conviene recordar que ARCO es, ante todo, una feria de galeristas, y no una bienal. Respecto a otras ferias, siento una debilidad especial por el Artíssimo de Turín, más intimista y con más encanto. En cuanto al panorama artístico nacional, es obvio que es obligado referenciarse al internacional, y por desgracia creo que no estamos haciendo un buen papel. ¿Culpa de los comisarios, de los galeristas, de los artistas? No sabría decírtelo, pero internacionalmente el artista español no está bien representado. Creo que nos falta una estrategia de mercado adecuada cara al exterior. Para mi, Juan Muñoz fue el último gran representante español reconocido en el mundo entero, y en cuanto a artistas... hay muchos primera línea, pero no daré nombres por no correr el riesgo de olvidarme de alguno. Unos me fascinan por la potencia de sus obras, otros, por su estrategia comercial. Ambas cosas pueden hacer a un artista interesante. Si pudieses elegir, ¿quién te gustaría que expusiese en tu galería? Cualquier artista que esté haciendo bien su trabajo y que tenga ese brillo promocionable. Personalmente me siento en la obligación de estar a la altura de otras galerías a fin de potenciar un posible intercambio. Tampoco ahora te daré nombres. Serían demasiados. Por propia experiencia, sé que en este mundo abundan las anécdotas. Cuéntanos alguna que no sonroje a nuestros lectores. Te contaré dos. Una vez organizamos una exposición con obra del mallorquín Joan Morey- titulada Soy tu puta. Curiosamente fue la exposición que más publico logró convocar, sobre todo gente joven, que tiene una mentalidad más abierta. Tras la inauguración recibí un montón de llamadas de gente que me insultaba o que me decía que no le interesaba que le enviase invitaciones a ningún vernissage futuro. Lo que yo muestro provoca un rechazo en algunas personas, un apriorismo intransigente, aunque también es cierto que a la gente, en líneas generales, le gusta el morbo. Santos Montes, por ejemplo, vendió 14 piezas muy extremas en un abrir y cerrar de ojos. Entiendo que los galeristas que nos atrevemos con propuestas más provocativas o arriesgadas en realidad allanamos el terreno a los que se mueven con alternativas menos irritantes. Ya nadie compra un paisaje o el retrato de un pescador remendando sus redes. Por ejemplo la abstracción, se la comprenda o no, ha entrado ya en casi todos los hogares, aunque aún hay piezas de vanguardia que sólo son adquiridas por una selecta minoría. La segunda anécdota es la siguiente: Un particular se interesó mucho por una obra. Cuando me preguntó el precio, yo le dije simplemente setecientas. El caballero la adquirió, y cuando se la llevamos a casa nos entregó setecientas pesetas. Al sacarle de su error, nos envió a su contable que abonó sin rechistar las setecientas mil pesetas en las que estaba valorada la pieza. Es una anécdota significativa porque demuestra una desorientación en cuanto a precios, en cuanto a firmas- por desgracia muy generalizada. Supongo que también demuestra que algunos clientes, sobre todo si son coleccionistas, cuando se encaprichan de una pieza pagan lo que se les pida. Y para finalizar, ¿te consideras galerista por vocación o un artista frustrado? Sin ninguna duda, galerista. Tal vez con 20 años sintiera la tentación de coger los pinceles y comprobar qué diálogo secreto se establece entre el pigmento y el lienzo, pero pronto comprendí que aquello no era lo mío. En realidad me considero un artista de la vida, puesto que he conseguido hacer de mi trabajo una manera de vivir que me llena de satisfacciones. A menudo pienso ¡Que gran suerte!, poseo un espacio interesante y lo lleno como quiero. Esto que digo puede sonar un tanto fatuo o prepotente, sin embargo yo sé que esta falsa autocomplacencia apunta hacia un intento de transmitir una mirada, de compartir con los demás una emoción y un sentimiento. Que nadie se engañe: Siempre hay una reflexión previa, muchas horas de silencio. Galerista. Galerista hasta la médula. |
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