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Emily Dickinson escribió casi dos mil poemas que han sido leídos desde distintas perspectivas por la crítica: algunos tratan de resaltar su relación con el romanticismo anterior, con la religiosidad o una mística personal ; otros, los enfocan como los de una poeta que reutiliza los recursos poéticos de una manera absolutamente moderna. También se descifran sus versos desde puntos de vista - feministas o no - que la convierten en el centro de un misterio : el de una mujer enclaustrada que consigue ser la voz más original , - y aquí hay unanimidad -, de la poesía estadounidense. A las antologías que ya existían se han unido dos nuevos títulos en el último año: La Soledad Sonora, donde el poeta Lorenzo Oliván ha preparado la selección y las versiones en una cuidadísima edición de Pre - textos, y la Antología Bilingüe de Alianza Editorial a cargo de Amalia Rodriguez Monroy donde se destaca la hondura de su sugerente prólogo. Como es normal, las selecciones de los poemas se resienten de esa mencionada multiplicidad de puntos de vista y debido a ella las dos últimas antologías bilingües de Emily Dickinson se me antojan ediciones complementarias. En la selección de Amalia Rodríguez , por ejemplo, se eligen así las composiciones con un criterio que toma como preferente su imagen más gótica. En consecuencia faltarán en ella algunos poemas ( 209, 210, 761,1109, 1153 ) que sí encontramos en otras antologías en las que,- sin confesarlo -, aligeran el peso de lo Oscuro y subrayan más su vertiente de poeta cognitiva tal como ocurre en la edición de Oliván. A esto hay que añadir que leer, y por tanto traducir o versionear a Dickinson es una difícil tarea sobre la que no existe ni existirá acuerdo en la versión final . Por esta razón, quienes indagamos en la poesía de la bella de Amherst recibimos con gran placer las nuevas ediciones de su obra . Y siempre será así: una lectura - búsqueda que rastrea destellos y anhela que se materialice aquello que intuye. Dickinson reescribe el camino de la metáfora porque en él coloca un muro que la retiene en el lado de lo poético. El paso - transporte - a la realidad que se da en las metáforas de los poetas que no son Emily Dickinson, queda en sus versos contenido deliberadamente por un dique que ella alza y que , en apariencia, cercena el cauce que conduce a la resolución del enigma de su significado. Pero un texto tras otro, ella construye un universo - como la Araña con su Ovillo de Plata - en el que lo poético y lo real son lo mismo. Es ahí donde el lector debe encontrar la solución al enigma: en la orilla del lado de Emily Dickinson . Y quien lee coteja el original y las versiones, y las traducciones y las interpretaciones, y sabe que al leer aprende a saber, porque un texto aclara la clave de otro que te entrega la clave que sabe qué es el Mar, el Forastero, Lo Oscuro, La Naturaleza , qué puede ser la Luz. Y los que presos indagamos en su poesía aprendemos que hay que permanecer en Emily Dickinson para conocer a Emily Dickinson y por eso recibimos sus nuevos/ viejos versos con alborozo, para completar la telaraña. Los textos en su conjunto desvelan lo aparente y exponen la certeza de un cálculo en el que esta autora es maestra: Water, is taught by thirst/ La verdad se conoce por la sed ,o en otras palabras, Dí toda la verdad pero dila sesgada/ el éxito consiste en el rodeo. El lector sentirá que pacta una convención nueva que lo enriquecerá, que acepta el envite y se contagiará con aquello que Dickinson describió a la perfección: The tint I cannot take - is best -/ El Matiz que no alcanzo - es el mejor The Moments of Dominion / That happen on the Soul/ And leave it with a Discontent/ Too exquiiste - to tell/ Momentos de Dominio/ Que ocurren en el Alma/ Dejándola con un Descontento/ Demasiado exquisito - para darle nombre. Y por ello y para ello poemas sin título, solemnes mayúsculas y guiones, sintaxis retorcida y asociaciones de términos que se horadan a sí mismos y crean una red de túneles por descubrir : Vericuetos, escollos, aguas rápidas que hay que sortear para entender a quien osó escribir: Nor any know I know The Art,/ Nadie sabe que conozco El Arte como un tentador y peligroso ofrecimiento. |
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