Sección: MUSICA
Serie: Ahopetik
Título:
Grabando cedés
Autor: Alfonso García de la Torre
e-mail: alfonso@espacioluke.com

nº 32 - Octubre

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La máxima aspiración de muchos músicos es llegar a grabar un disco (álbum, compact disc, compacto, CD o cedé). Es el soporte elegido para poder ir con la música a todas partes. Me pregunto muchas veces por qué grabar discos y para qué. Enlatar la música, congelar el sonido en el tiempo y el espacio, comerciar con el producto. Es el objetivo que hay que alcanzar para que se sepa que existes, para consolidar una carrera musical o engordar el curriculum. Tal vez porque se trata de la mejor tarjeta de presentación para cualquier otra meta artística de mayor envergadura, un trámite que es imprescindible superar. O quizá la intención última e inconfesable sea ganar mucho dinero (una miseria si lo comparamos con lo que ganarán otros). Puede ser también una buena forma de dejar un testimonio, una especie de recuerdo sentimental de tu paso por este mundo (ya se sabe, plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro y grabar un disco). Pueden existir otras muchas razones por las que interesa grabarlos, pero ¿a cuento de qué se ha establecido este hábito?.

Una vez tomada la decisión de grabar un CD buscaremos a quien sabe de este tema, la compañía discográfica. En teoría ellos garantizan algo que aparentemente nunca estará a tu alcance: gran nivel de calidad en la producción, distribución, venta, etc. En primer lugar debes demostrar a alguien sentado en un lujoso despacho y que no tiene ni puñetera idea de lo que es la música, pero que sabe de balances económicos, que lo que haces merece la pena. Difícil asunto. Para tener la oportunidad de grabar se necesitan toda una serie de requisitos previos. El camino es largo y difícil, empezando porque se supone que debes quemar toda una serie de etapas escritas de antemano. Peor se pone la cosa cuando apruebas el examen. Significa que estas en sus manos. Lo dice el contrato.

Ya está grabado, y ahora qué. Complicarse la vida es pretender hacerse un hueco estable en el escalafón de este mundillo. Dependerá de la cantidad de gente que sabe lo que haces, de la capacidad de convocatoria en los conciertos o de las listas de ventas. Escuchar tu música en los medios de difusión está supeditado a muchos factores (es imposible para unos y fácil para otros, los que pagan). Ultimamente podemos comprobar cómo el gran salto puede darse muy rápido. Es cuestión de dejarse manipular por una productora de programas televisivos, escandalizar con un producto musical-escénico muy agresivo (es una práctica muy antigua y sencilla ser noticia para dar un valor añadido a la música), tener una familia influyente, disponer de contactos de todo tipo, vida turbulenta y bien aireada, etc. Algunos músicos de allí arriba recomiendan seguir su ejemplo: creer en uno mismo y en lo que haces. Una frase hecha muy bonita que dicha por un famoso queda muy bien y hasta parece un consejo gratis de un auténtico colega. Es como un aviso: siempre lo tendrás crudo. Si llegas a subir es evidente que alguien tiene que bajar porque allí no hay sitio para todos.

Un buen lema: hágalo usted mismo y prescinda de las compañías discográficas. Hoy en día es muy sencillo. Solo hace falta un micrófono y un ordenador con grabadora de CDs (tostadora). Primero empezar a grabar (algo que es muy divertido). Después se mezcla en el ordenador con cualquier programa musical existente. A continuación se hacen unas cuantas copias (tirada limitada y numerada a rotulador para darle cierto encanto), diseño propio de carátula impactante (todo muy cutre) y a vender. Los comienzos serán duros. Intentarlo con familiares y amigos es un recurso muy socorrido (aprendido desde pequeño con las participaciones de la lotería de Navidad, viajes de estudios). La metodología de venta debe ser agresiva al principio ya que siempre hay algún pirata suelto haciendo copias y resulta complicado emprender acciones legales contra un primo cercano. Finalmente antes de ofrecer un descuento impresentable podemos optar por una salida digna: regalarlos. Pero hay que poner mucho cuidado al elegir el destinatario del obsequio. Tampoco es cuestión de perder amigos con regalos envenenados y ahorrarles de paso la compra de posavasos. Es recomendable no mezclar las cosas para mantener las amistades con las que compartes otras aficiones más prosaicas. Si decides dar el paso indaga acerca de sus gustos musicales ya que puede haber gratas sorpresas.

Precios de discos que siguen por las nubes, tostadoras de saldo, Internet, top-manta,... Los síntomas son claros: el negocio se hunde. Quisiera ser amigo de las discográficas. Les propongo una donación masiva.