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F.Q.
I: El pasado
Para que alguien todavía diga Fabio Quintiliano,
para que esos sonidos por un instante amable emerjan
y se hundan en los largos siglos de tapas y páginas empolvadas
hubo muerte más que nacimientos.Una Roma en llamas.
El recuerdo de los higos que Catón trajo de Cartago,
y el horror de Herculano y Pompeya
Un Séneca con un alumno siniestro
y un Pedro y un Pablo que profesaron en una secta y repetían:
una sola palabra tuya bastará para sanarme
Todo esto está en mi nombre y en tu oído
trepa lento como el caracol sobre el vidrio
(detrás dicen haber visto una historia de salvación,
otra de progreso y ésta sin novedad).
PICAFLORES
Antes de correr la cortina frente a las calas
la velocidad se congeló en el aire.
Primero fue uno borroneando las alas
en el hilo desatado ante un gladiolo.
El otro cayó al lado en rebote pausado
y giraron trenzando el tallo de la tarde.
No los habías visto hasta entonces.Luego
leíste/ que tienen corazones enormes
para el tamaño diminuto de sus cuerpos.
Y también
que mueren de quietud durante el sueño.
UN GALPON FRENTE A UN JARDIN
El moscardón de panza amarilla
hace un firulete sobre una rosa
y se aquieta en un botón abrochando pétalos
con sus patas.
Aquí está el nudo fuerte, eterno.
de la menta.
El viejo sabe por aquel signo promiscuo
que es época de anchoita y de vientos.
En el jardín flota la página arrugada
en que a la hora de la siesta escribe
injertos y guías, márgenes del color:
Me escondo en el galpón entonces
para ver y escuchar.
Láminas de la luz de la mañana caen
desde los entresijos
de un techo de ruberoide
en el reino mismo de las sombras.
Las cosas estaban ahí
frente a un jardín cuidado.
Anidaban oscuramente felices.
De tan viejas, en aspecto y ser,difícilmente
pudieran pertenecernos.
Cacerolas negras, muñecos con un resorte
flotando; agujas oxidadas en la medusa
calva de geniol; hornallas vesubianas
de la cocina económica; herramientas
con usos imposibles; botellas de Mr. Hyde
a medio llenar;
Oigo su voz
en un orden de macetas
y paisajes cambiantes:
Se inclina sobre las azucenas,
viene hacia la hoja lustrosa del limonero,
y se detiene junto a la pasionaria.
Con este viento -murmura-, la menta
no se puede dejar sin atar.
El moscardón de panza amarilla despega
de la quietud de la rosa,
planea decididamente mi cabeza de ahora
y se espanta
en la densidad histórica de las cosas.
MARGINALIA
la escritura es la destrucción de toda voz
R.Barthes.
Quintiliano escribe sobre un margen
Y lee mudo otro párrafo. La calma siente
de las aguas en que flota un cadáver.Ha olvidado
la voz traducible: el airecito a la sombra
en el mediodía: ola invisible del sentido. Ha olvidado
los comentarios: se ha sacado de encima
el peso de un pensamiento. Habla -eso cree-
como un texto entramado a las orillas.
Lee el De Oratore y confiesa ser ahora
de opinión algo diferente a la de antes.
Es que el tiempo abandona a este autor
que flota sin memoria de sí y de su signo.
Piensa el ojo y la mano: Mejor a Livio que a Salustio
Pero que no se envejezcan las lecturas
de los jóvenes con Gracos y Catones: Una manera
del mundo tiene la época: Antiguos y modernos
existen en diálogo y más que negarse, conceden.
Lo anota en los costados.
Lo olvida en las aguas que lo olvidan.
Finalmente se da cuenta de que también su vida
está llena de pequeñas glosas. El aire oscuro
de la casa lo recibe al regreso de su paseo por las orillas.
Ve que la época contradice su retórica
y la piedra de molino de Praxiteles es más famosa
que el mármol de Paros. En el patio,
se asoma a la boca muda de un aljibe ahora inútil
y decorativo: hay un olor húmedo y musgoso, interior,
desde el que sube un agua inexistente, cambiando,
como antes, el sueño quieto de la profundidad
por un alboroto de imágenes cristalinas, rotas, rápidas.
Esas glosas a su vida se le parecen.
Flota, de repente, anónimo,
en una corriente subterránea de signos
que nadie puede leer sino de a ratos,
en aljibes reciclados,
entramado a líquenes y lodo en el fondo: El autor muere
no una sino varias veces: Como la naturaleza
de su materia. Anota.
Y cierra los ojos cayendo en la época.
En unas horas comienza su clase.
Lo miro desde un banco y no lo conozco.
Soy otra anotación escrita al margen,
en lo incipiente de toda vida y toda muerte.
Lo olvidaré también en las aguas que nos olvidan.
Autor,
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Osvaldo Picardo |
nació en la ciudad de Mar del Plata, Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1955. Actualmente reside en esa ciudad, donde enseña literatura.
Ha sido secretario de redacción de la revista Propuesta, del CM de Mar del Plata, entre los años 1988 y1991. La misma volvió a editarse, bajo su dirección, desde 1997 a 1999. Período en el que coordinó las actividades del Foro Cultural del Centro Médico de Mar del Plata.
Ha producido y dirigido el programa radial El Otro Lado: diario de poesía, en 1994.
Fue becado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid, para realizar estudios en poesía contemporánea, durante el año 1995.
Ha organizado el 1er. Encuentro Nacional de Poetas, Mar del Plata 1998, auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. De esta experiencia, surgió el proyecto Mapas de Poesía Argentina, del que fue editado, con subvención del Fondo Nacional de las Artes, el Primer Mapa de Poesía Argentina: Solicitudes y urgencias : Carpa y Tarja, con estudio preliminar del autor y antología de dichos movimientos del noroeste argentino en el período comprendido entre 1943 y 1957.
Ha escrito artículos y ensayos publicados en revistas culturales y periódicos del interior y de afuera del país. Ha traducido en colaboración con Fernando Scelzo y Esteban Moore, The Love Poems of James Laughlin (2001).
Ha escrito los libros de poesía: Apenas en el mundo (1988); Poemas con tu altura (Mar del Plata); Letras en una esfera armilar(1991); Dejar sin ventanas la verdad(1993); Quis quid ubi : Poemas de Quintiliano(1997, reeditado en 1998) y Una complicidad que sobrevive (2001), que obtuvo el premio del Fondo Nacional de las Artes del año 2000. |
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