|
||||||||||||||
|
El miedo del artista ante la muerte no es una novedad en el mundo del arte. Al arte no le interesa el artista. El artista no le supone nada al arte, ni es medio ni fin, ni es cómplice ni es secreto. Donde el arte descubre al hombre, el artista huye despavorido. Donde el arte llama al público, el artista se siente traicionado en su posición privilegiada y aislada ante el mundo. El artista ha perdido su identidad en el mundo del arte. El arte lo corrompe todo, lo traga todo, lo mueve todo, lo deja exhausto, lo exprime y luego lo abandona frente a la insignificancia de un trabajo como otro cualquiera. La paradoja de ser alguien en el mundo del arte nombra al objeto. El arte llama al artista para que camufle su mediocridad en un viaje inacabable que nombra luego al hombre que mira el objeto reproducido como se pesa una mercancía en el umbral de una vida. ¿Qué es arte y qué necesidad tiene el artista para firmar con su nombre la miseria del hombre? El miedo del artista ante la muerte es el miedo del hombre ante lo que no entiende como artista. El miedo ante el arte por lo que no entiende como hombre. Al arte no le interesa el hombre. Al artista le exige su muerte. |
|||||||||||||