Sección: ARTE
Serie: Emergentes
Título:
ARCO 2002
Autor: Inés Matute
e-mail: ines@espacioluke.com

nº 26 - Marzo

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El panorama de las ferias de arte contemporáneo es extremadamente competitivo y dinámico; intereses comerciales, nacionales y regionales convergen en un fenómeno de brutal incidencia en la manera en que las galerías de arte se ven obligadas a desarrollar su actividad. Impensable resulta que una galería potente que se quiera promocionar internacionalmente no tenga presencia en alguna de las siguientes ferias: Art Chicago, FIAC (Paris), ArtBasel (Basilea), Armory (N.Y), Art Forum (Berlín), ArtCologne (Colonia), ArtMiami o ARCO (Madrid).

Centrándonos en la pasada edición de ARCO- del 14 al 19 de Febrero- y pasando por alto ese mar de cifras al que fácilmente tendríamos acceso de consultar cualquier suplemento cultural coincidente con los días de feria, recojo aquí mis impresiones:

Creciente presencia de las administraciones de las distintas comunidades autónomas, sabedoras de que independientemente del volumen de visitas, la feria es un excelente foro de promoción exterior que viene a complementar la oferta de la también reciente FITUR (feria internacional de turismo). El bombardeo de catálogos, proyectos, CDs e incluso maquetas que se muestran y regalan a todo aquel que esté dispuesto a perder media hora en un stand, resulta casi conmovedor. Destacaré la insistencia alavesa en promocionar su Artium, que no quiere limitarse a desempeñar el papel de hermano menor del bilbaíno Guggenheim.

Algunas de nuestras más emblemáticas universidades, agrupadas por el proyecto Universia – con masters de animación, muestras de arte virtual y becas- también han estado presentes.

En líneas generales, no se han visto tantas frivolidades como en ediciones anteriores: la alegría y el espectáculo de artistas, performers, galeristas y público (actitud especialmente alentadora dada la preocupación generada por los atentados del 11-S) ha evitado, no obstante, el toque kitsch y folklórico de los últimos tiempos, en los que el estilo Almodóvar /Paco Clavel parecía elevar lo hortera a la categoría de indispensable. Sin embargo, algunas muñecas y juguetes-icono siguen estando presentes en propuestas que se quedan en lo lúdico o en lo provocador pero que ni siquiera resultan novedosas.

La fusión de distintos soportes es otra de las señas de identidad de la XXI edición de ARCO. Vídeo e instalaciones tienden a fundirse en un solo medio - importante la aportación de la galería Tounta de Atenas y el Project Rape de Jana Leo-. También se detecta un interés paralelo por crear lugares aptos para la introspección, oferta que suele llegar de la mano de artistas multidisciplinares. A través de estos nuevos canales y ambientes, el arte retoma un trasnochado afán de denuncia social: burkas, sexo, violencia, globalización, mestizaje y los atentados de las Torres Gemelas han generado nuevos tópicos a tratar en la parte más vanguardista y rompedora de la feria, el llamado Cutting Edge.

Las galerías españolas están consolidando sus propuestas; hay mayor calidad y mayor exigencia en la selección. Si hay crisis, ésta ha pasado desapercibida a juzgar por el alto nivel de ventas, siendo el coleccionismo, para alegría de los marchantes, una variante de adquisición en auge. Los bancos y las diversas fundaciones siguen siendo el bocado más apetecible, aunque muestren una clara preferencia por las ferias de Berlín y Basilea. En estos momentos se está considerando la posibilidad de cambiar la fecha de próximas ediciones de ARCO a fin de incrementar las ventas y acabar con la hegemonía de otras convocatorias.

El paisajismo y la figuración son claras contracorrientes artísticas, limitándose a cosechar algún éxito en el apartado de fotografía o pintura clásica. Comparativamente con la edición 2001, diré que el empacho fotográfico ha sido sustituido por una oferta más comedida y selecta. Los grandes temas de este año son la mirada, (“le regard”, más pedante) el deseo y las mutilaciones corporales, con tratamientos que van desde el documentalismo social – aburrido- al kitsch publicitario -de reminiscencias pop- A destacar los cibachromes de Serrano, la obras de Canogar y Frontcuberta, la sabia interpretación del desnudo masculino de Alex Francés o un barroquizado Vallhonrat siempre admirable. Triste y oportunista – la fotografía es el medio más versátil; en ella cabe todo y además parece ser la clave contemporánea para descifrar el mundo de lo visible- me resulta que gran parte de las fotografías presentadas provengan de pintores, instaladores o escultores que así intentan parchear los baches de sus respectivos medios.

Si por vanguardia entendemos – al menos conceptualmente- una oposición al academicismo convencional y a las tendencias dominantes del mercado, difícilmente podremos oponernos al amplio espectro aplaudido durante los últimos años, caracterizado por el eclecticismo y por un “todo vale” que en ocasiones ha rozado el fraude y cuyo único interés consistía en perfilar el merchandising adecuado para cada artista. Con ello quiero decir que no se generan novedades, que no he encontrado nada, al menos en los stands europeos, ni hostil a lo anterior ni que en esencia difiriese demasiado de lo presentado en los últimos cinco años; incluso he contemplado piezas muy similares a alguna que sirvió de ilustración a mi artículo ARCO 2001. Gracias al cielo esto no ha ocurrido ni en los stands australianos ni en los asiáticos. Confieso mi fascinación por las galerías orientales así como por las obras seleccionadas – no me resisto a pasar por alto la galería Lin Keng de Taipei- buena muestra no ya de un quehacer distinto, sino de un universo filosófico y conceptual que nada tiene que ver con el nuestro (una diferente concepción del mundo fruto de una diferente concepción del tiempo). Más que vanguardia u originalidad, lo suyo es puro contraste.

Australia, invitada de honor de la presente edición y comisariada por Paul Greenaway, ha acudido a la cita con 14 galerías y muy refrescantes propuestas de trasfondo ecológico, entroncadas con el arte aborigen o claramente experimentales (con el colectivo CAOS), destacando las obras de Rosemary Laing, Tracy Moffat, Rodney Glick y Anne Wallace. Bravo por el concepto y bravo por el brillante resultado.

Para finalizar, aplaudiré a la organización por sus espléndidas zonas de descanso, las llamadas Chill Outs. Mi favorita, un enorme iglú con suelo de viruta y piedras, techo de ramas entrelazadas, luces tenues y ambiente desintoxicante del colorín y destello de los omnipresentes focos. Quizás deberían haber expuesto la pieza como espacio- obra de arte en lugar de ofrecerla como simple área de descanso. Productos mucho menos elaborados se mostraban en ciertas galerías que han acudido a la cita movidas por lo que para algunas, a pesar del precio del suelo, sólo es un obligado trámite.

También aplaudiré el creciente número de revistas de gran calidad dedicadas al mundo de la creación, revistas que han estado presentes en la feria y de las cuales se han repartido ejemplares gratuitos a todos los profesionales que las solicitaban.

Criticaré, eso sí, el precio de las entradas – casi 4000 pesetas- que en nada contribuye a popularizar la feria, y también la sección de arquitectura efímera, a la que sólo se me ocurre tildar de gamberrada.

En definitiva, una edición esperanzadora en la que se ha vendido bastante, se ha mostrado obra sobradamente digna, y artistas y público se han relacionado con más cortesía y savoir faire que en ocasiones anteriores. Ojalá se repita la experiencia.