Sección: LITERATURA
Serie: Paseos desde Praga
Título:
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Autor: Elena Buixaderas
e-mail: buixader@fzu.cz

nº 29 - Junio

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A Praga el mar le es ajeno, tan ajeno como la aridez del Sahara. Al caminar por los muelles del Moldava la compañía de las gaviotas hace echar de menos ese olor marino a sal y algas que está a quinientos kilómetros de distancia. Las brisas bálticas permanecen en las playas de Polonia y las inquietudes mediterráneas del Adriático nunca pudieron atravesar los Alpes. No está tan lejos y sin embargo es un extraño, un desconocido que fascina.

Los pueblos sin mar son diferentes, su historia es diferente. Nunca salieron a pelear con las tempestades marinas ni en busca de otros continentes. Su historia está tan apegada a la tierra que son la tierra misma y respiran a través de ella. El río es su espina fluvial con vértebras de piedra y acero. Tal vez por ello a los habitantes de esta centroeuropa se les hace tan difícil abandonar su tierra.

Praga aglutina a sus habitantes a lo largo de los meandros. Los pontones y los barqueros llenan el río de otra vida, con la que uno apenas se encuentra cuando camina entre las piedras góticas y renacentistas, cuando va apresurado al trabajo. Botes para turistas, restaurantes flotantes, piraguas y veleros de los clubs náuticos. Por las noches el río se llena de farolas titilantes y notas de jazz esparcidas bajo los ojos de los puentes. Este río tiene su propia vida, su propio ritmo. Y siempre parece ir a contracorriente.