Siento nostalgia de aquellos meses de mayo cuando al salir del colegio debía adorar a una imagen. Todos los días, a las cinco en punto de la tarde, colocaban una virgen en el patio a la que todos los niños y profesores asistíamos a rezar y a recitar versos. Hoy por hoy, lo recuerdo como un tiempo alegre en el que escribí algunos de esos versos provocados por una educación estrictamente religiosa.

Sin embargo, una de las sensaciones que más me provoca Mayo es volver a sentir el olor de las flores al levantarme. Siempre me retrae a aquella época en la que mi madre tenía enormes rosales (al menos así me parecían) y al levantarme iba a olerlos.

Existe un enorme contraste entre las imágenes religiosas oscuras e impasibles y mi propio recuerdo feliz e inocente. Quizá, sólo sean recuerdos embellecidos por el paso del tiempo o simplemente un sueño. Disfruta, si lo crees oportuno, variando la posición del ratón sobre la pieza y observa el contraste de mis recuerdos.