|
||||||||||||||
|
Y llega la noche de invierno y la ciudad se transforma en una gran caja de luz, en pequeños escenarios en donde nos perfilamos como somos. Sombras chinescas de nosotros mismos, pretendemos orientarnos acudiendo a luces que nos engañan, en parajes que creíamos familiares que ahora son inhóspitos y amenazantes. Y nos desesperamos, y sólo una promesa incierta de amanecer nos tranquiliza lo suficiente para imaginar el camino a casa, y llegar casi a tientas, y descansar. |
|
||||||||||||