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A nadie le gusta vivir solo. A ninguna persona sociable, al menos. Hasta el Llanero solitario tenía un compañero, un indio llamado Toro, que cabalgaba junto a él por la llanura. Sin embargo, en los últimos años, el signo de los tiempos nos conduce de cabeza a la soledad. Cada vez las familias españolas son menos numerosas. El número común de componentes de una familia media ha disminuido lo bastante como para que en la actualidad, la familia más habitual sea la formada por dos miembros, cuando hace apenas quince años lo normal era cinco miembros por familia. El porcentaje de los que viven solos también ha aumentado. Son ya más de un doce por ciento los que, y las que, habitan en estricta soledad. Por eso los pisos nuevos los hacen cada vez más pequeños, con menos metros y menos huecos. La menor necesidad de espacio de las familias reducidas hace que los constructores levanten cien viviendas en el mismo terreno que antes levantaban cincuenta. Ahora los pisos son más pequeños que nunca y más caros que nunca. Negocio redondo. Siempre hay alguien que saca beneficio de todo, hasta de la soledad ajena. Cada vez hay más divorciados y más desparejados. Las relaciones personales y sentimentales se sustentan en lazos menos duraderos. Ahora parecen estar cogidas con pinzas verdades que antes parecían absolutas. El matrimonio ha pasado de ser un terreno inamovible, tierra firme, y para toda la vida, amén, a ser un terreno pantanoso del que muchos acaban saliendo a nado. También la sensación de independencia lleva a bastantes personas a vivir solas. Cambian soledad por tranquilidad. Pueden hacer lo que les plazca sin pedir permiso ni buscar disculpas, desde ver ininterrumpidamente todos los partidos de fútbol que se emiten hasta leer libros en silencio sin que nadie les distraiga (que es la única manera de leer libros). Claro que esos ratos de autosuficiencia, imagino que tendrán su contrapunto en muchos otros momentos de verdadero aburrimiento y vacío. Otra cosa que ha aumentado es el número de personas que buscan pareja de modo mecánico, pagando un dinero a una empresa especializada en unir a solitarios. Buscar pareja por catálogo debe ser como comprar un coche por catálogo. Buscas una línea que vaya con tus gustos personales en cuanto a estética, un producto que sea seguro, con buen agarre y poco consumo. Vamos a lo práctico hasta en algo tan poco práctico como el amor. Pero ningún catálogo nos puede garantizar que el coche o la pareja no tengan fallos de rodaje. Dicen los psiquiatras que los hijos únicos, que tanto abundan, pueden sentirse en cierta medida aislados al no tener relación con iguales en el hogar. Que no tener un hermano puede marcar sus conductas y convertirlos en más solitarios todavía. Una cosa es que la vida te convierta en solitario y otra que ya nazcas siendo un solitario. De modo que en el futuro abundarán los seres solitarios en una sociedad en la que la comunicación es cada vez más influyente y más dominante en su poder de expansión al exterior y, al mismo tiempo, cada vez más escasa entre las personas cercanas. |
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