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El tema de la clonación humana es eminentemente de carácter ético, pero no deben olvidarse sus repercusiones míticas. A medida que la ciencia avanza, en especial la ingeniería genética y la biología, más se encuentra con el mito religioso de la creación del hombre. En todas las culturas, la idea de la subjetividad nace cuando se presenta lo humano surgiendo de lo humano. El mito no se presenta cuando lo humano brota de lo humano, sino cuando lo hace de lo vegetal, animal o mineral. La clonación tiene algo de ese mito al hacer surgir lo humano de una visión del mercado hecha naturaleza; es decir, la duplicación de los hombres mercancía. La idea se apoya en la noción de que los hombres son mercancías, razón por la que, podemos recordar, se rebelan los más que humanos replicantes de Philip P Dick La ciencia con la clonación retrocede en el tiempo hasta el punto de partida de los mitos, sólo que le incorpora un elemento de la globalización. Este reencuentro de la ciencia con lo mítico muestra que el movimiento de la ciencia no es lineal sino circular. Debería fundarse un nuevo humanismo crítico que pueda pensar la ciencia del modo en que ella no puede pensarse a sí misma. Lacan propone hacer retornar la verdad a la ciencia. En cualquier caso el debate crítico debe probar que la ciencia no siempre es buena y se embarca en caminos que no son los del conocimiento sino los del mercado. La clonación nos devuelve una imagen del mercado que se vincula a lo político, lo económico y lo cultural, en el marco de una época que apuesta por la duplicación de la mercancía y la manipulación. Al hacer hombres biológicos sin el signo de la individualidad cultural aparece el hombre manipulado por la ciencia. Los que se horrorizan son los manipuladores políticos de siempre que ven en la clonación un espejo horroroso de sí mismos. |
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