Sección: MUSICA
Serie: Ahopetik
Título:
Espacios para la música
Autor: Alfonso García de la Torre
e-mail: alfonso@espacioluke.com

nº 30 - Julio/Agosto

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(1)

Existe un gran desconocimiento de la importancia real que tiene el espacio acústico dedicado a la celebración de cualquier evento musical. Se trata del eslabón intermedio en donde el sonido, una vez emitido, se transmite, efectuándose posteriormente su recepción y percepción. Por tanto considero necesario estudiar una de las variables fundamentales que inciden en la audición. Todos los músicos deberían adquirir unos conocimientos básicos de las condiciones acústicas a las que se enfrentan cuando intentan exponer su trabajo en público. Las posibilidades que se presentan pueden ser muy heterogéneas: auditorio, teatro, iglesia, pabellón, etc. Por muy bueno que sea el programa previsto, un equivocado criterio de selección del lugar donde se va a celebrar el concierto puede ser nefasto tanto para el intérprete como para la audiencia. A partir de esta premisa, el intérprete debería exigir unas condiciones mínimas, aunque en muchas ocasiones el nivel de exigencia suele ser directamente proporcional al cachet que se recibe (siempre hay excepciones).

[Lamentablemente hemos visto de todo: tres tenores en un campo de fútbol, música de cámara en grandes teatros, orquestas en catedrales, rock en un frontón, canto gregoriano al aire libre, etc.]

También es esencial que todos aquellos que diseñan recintos posean unos amplios conocimientos de acústica. El resultado debe estar en consonancia con los fines a los que estará dedicada la sala, siendo totalmente diferente si se proyecta para conferencias, cine, teatro o música. Incluso las condiciones cambian dependiendo del tipo de música (sinfónica, ópera, cámara, religiosa, solistas, etc.), o la época (barroca, clásica, romanticismo, siglo XX, etc.), o si se emplea la electrónica para amplificar el sonido (jazz, rock, etc.).


(3)

[La responsabilidad del arquitecto es decisiva tanto en el exterior (muy comentada en estos tiempos que corren), como en el interior de un edificio, pudiéndose evitar costosísimas correcciones posteriores. A pesar de que el arquitecto tenga buen oído es imprescindible contar con asesoramiento del especialista en diseño acústico]

La Acústica Arquitectónica, ciencia que se desarrolla durante el siglo XX, intenta dar respuestas a todos los problemas que surgen en este ámbito. Esta especialidad aplica todos los datos científicos referentes a la física del sonido en el estudio, diseño y construcción de salas de concierto. Los campos de investigación que abarca son numerosos, y están fundamentados en cuatro aspectos generales: a) reverberación (estudio de aquel sonido que llega al oyente después de haber sido reflejado por las superficies u objetos de la sala). b) reducción y aislamiento del ruido (evitar la propagación del sonido desde espacios adyacentes: sistemas de ventilación, maquinaria, salas de ensayo, tráfico exterior, etc.). c) absorción del sonido (análisis de la pérdida de energía acústica en el medio de propagación, en los objetos o personas que ocupan la sala, y por último en las fronteras que suponen las paredes, suelo y techo). d) distribución del sonido (estudio del comportamiento del sonido en un recinto teniendo en cuenta su volumen, forma, superficies absorbentes, localización de público e intérpretes, etc.).


(2)

[El pasado nos puede dar muchas respuestas. En la antigua Grecia podemos encontrar valiosos ejemplos de la sabiduría que poseían en la construcción de teatros: aprovechamiento de las pendientes naturales del terreno para el graderío; excelente visión y acústica óptima para las representaciones de teatro y música]

Según nos cuenta la física, el sonido emitido circula por el aire, choca contra toda una serie de superficies límite y también con diferentes objetos que van a influir en su propagación. De esta forma el recinto se convierte en un componente más que va a moldear el sonido final percibido, tanto en su intensidad como en su timbre. En definitiva, la sala de conciertos se convierte en una gran caja de resonancia con múltiples formas en su interior, en un instrumento que habrá que “afinar” adecuadamente.

[Partiendo de este argumento deducimos que la música en directo es una experiencia única e irrepetible ya que nos introducimos en un gran instrumento que puede variar dependiendo de muchos factores (cantidad de público, situación del oyente, localización del intérprete, etc.). El sonido circulando libremente en el espacio y el intérprete o la audiencia que lo moldea. ¡Qué fascinante controlar este extraordinario instrumento!]

Ahora intentaríamos definir exactamente las cualidades acústicas que debe poseer una buena sala de conciertos. Difícil asunto: dejémoslo para otra ocasión.

FOTOS: [1] Sydney Opera House (Australia). Soberbio edificio dedicado a la música, convertido en símbolo de un país desde 1973. [2] Teatro de Epidauro (Grecia). Optima acústica en el siglo IV a.C. con un aforo de 14.000 espectadores. [3] Espace de Projection del IRCAM (Paris). Sala de acústica variable en la que paredes y techo están diseñados con módulos en forma de prisma triangular, pudiéndose seleccionar superficies diferentes (absorbente, reflectante y difusora del sonido) y así ajustarse a diversos tipos de música.