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Los bosques constituían para los druidas un santuario natural o nemeton, un reducto de misticismo para una religiosidad que despreciaba el monoteísmo y para la cual la relación sagrada con la naturaleza sólo podía darse al aire libre, en oposición al templo tradicional. Algo similar ocurre con el torii japonés, a menudo identificado con el bosque de coníferas. Para los ascetas budistas los bosques son dulces, pues en ellos no ha penetrado todavía el mundo, allí el santo encuentra su reposo. De la parte del bosque, exposición colectiva de los artistas Arrabal, Buenaventura, Felices y Fuertes, pretendió participar de esta multiplicidad simbólica. Concretando su propuesta, apuntaremos que la imagen del bosque cuestiona y responde al más feroz capitalismo, a unos modelos de civilización basados en una globalización alienante cuya más inmediata consecuencia es la monopolización de la afectividad. El bosque rechaza, desde el punto de vista de estos artistas tan ligados al Land Art como a la Ecología, este capitalismo espiritual que especula y comercia con la pasión, la imaginación y la mística del ser humano, en definitiva, con toda su vida interior. Rafael Arrabal Desde que Paracelso planteara en su Botánica oculta que la naturaleza estaba formada por los siguientes principios: materia o tierra intelectiva, alma o aire sensitivo, forma o fuego concupiscible, matriz y la esencia universal y primitiva donde se desarrolla el ciclo vital - formación, crecimiento, putrefacción, fermentación - hasta la primera crisis de energía por ausencia de bosques de la Europa del siglo XVIII, el concepto de naturaleza ha cambiado sustancialmente. La existencia de los bosques, no sólo como fábricas de oxígeno, ha impulsado el espíritu oportunista y más tarde depredador del ser humano. Los bosques comenzaron siendo los primeros templos de la antigüedad pagana y desde la prehistoria han simbolizado lo mágico y lo espiritual. Pero nuestra especie tiene una noción del tiempo muy diferente a la dinámica evolutiva del bosque. Mientras que en el bosque se da una constante evolutiva de millones de años, en el ser humano no es más que un encuentro fortuito que aparece ante nuestros ojos como una realidad ya construida. Mientras que en nuestra escala temporal no somos más que un segundo con respecto a la naturaleza, en esta se da la confrontación entre lo efímero y lo eterno, la convivencia y la supervivencia, la destrucción y la regeneración. Carlos Felices Los artistas románticos se acercaron a la naturaleza buscando su grandeza. Los bosques, el paisaje salvaje sin alterar, es percibido ya como objeto de interés estético, y una vuelta real a la naturaleza es un sueño inalcanzable. El ideal romántico que aún perdura y que cree encontrar en el bosque un paisaje intacto aparece precisamente en un momento en que la industrialización ha transformado el entorno en mera materia para la producción mercantil, e incluso somos conscientes de que la continua explotación agrícola y ganadera a través de los siglos ha alterado nuestro entorno de tal manera que no existen ya los paisajes vírgenes. Emblemáticas nos parecen especies vegetales o animales que nuestros antepasados introdujeron artificialmente. La sociedad occidental mantiene un continuo proceso de abstracción con lo natural, ignorando el hecho de que de cómo percibamos lo natural dependerá nuestra relación con la naturaleza. Buenaventura En la historia humana la imagen del bosque persiste como símbolo de lo irreductible. Incluso cuando la agresión hacia él se torna más despiadada, su respuesta es indeclinable: frente a la crueldad humana, frente a su desnaturalización, el bosque responde con el atavismo de su inalterabilidad. El ser humano podrá desaparecer, pero el bosque permanecerá. Y acaso resida ahí su fascinación, esa invariable metamorfosis que es su renovación incesante. Gabriel Fuertes Hay una actitud vitalista en el deseo de ensalzar elementos aparentemente banales que nos ofrece el entorno social, y esta actitud nos permite desarrollar posturas estéticas como vehículos de reflexión sobre la repercusión que tienen en nuestra sensibilidad objetos y formas cotidianas relacionadas con la naturaleza. Como animales racionales que somos, intentamos encontrar respuestas cuando abstraemos a estos elementos de la función para la cual fueron creados y los fundimos, a su vez, con materias naturales. Es en esta contradicción donde comienza el proceso intelectual de adaptar las imágenes recibidas a nuestro particular bagaje cultural. ** Tanto Fuertes, como Arrabal, Felices y Buenaventura pertenecen a la asociación de Artistas Ecoarte, un colectivo artístico multidisciplinar que abarca la escultura, la instalación, la obra gráfica, la pintura, el grabado, la digiestampa y la fotografía. |
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