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Diseñar es trazar la forma y elegir los materiales de un objeto para que cumpla una función. Los mejores diseños, los que duran porque siguen cumpliendo estupendamente su función, suelen ser anónimos ¿Quién diseñó la lata de bebidas de 33 cl, el martillo con sacaclavos, el cuaderno de espiral, la cinta de cassette, el barril, la llave inglesa, la maneta de freno de las bicis, el boli bic? El boli bic ha cumplido 50 años y sigue siendo sublime en su sencillez. El capuchón es genial: sirve para indicar el color de la tinta (algo que se ha convertido en un código internacional, y que desde un punto de vista industrial reduce costes al utilizar un solo cuerpo principal para todos los modelos); sirve también para prenderlo del bolsillo y para que no manche cuando no se usa. Pero además su trazo, en la posguerra mundial, era "sideral", aerodinámico: mientras haya aviones, el capuchón del bic seguirá siendo actual. Y exhibe la elegancia suprema de una simetría exacta entre la pestaña y el resalte del cuerpo del que sale ésta. El "fuselaje" es de sección hexagonal, la forma perfecta de los panales de las abejas, que impide que ruede sobre una mesa inclinada, se asienta mejor en la mano que si fuese cilíndrico, y se disuelve delicadamente con la punta cónica de latón. Transparente, muestra con honradez su interior sin secretos. La entrada de aire, necesaria para que pueda bajar la tinta, es un agujerito minimalista que lo llena y lo completa visualmente. Y el tapón posterior tiene forma de tapón, sin más chorradas. Muchos han sido los imitadores, pero cada desviación de ese original perfecto acarreaba defectos, y sólo el bic sobrevive siempre. Esa sencillez insuperable le ha convertido en el objeto más ubicuo del mundo después del dinero que cambia de un país a otro, no como el bic. Con el bic se han tomado notas de resultados en laboratorios atómicos y farmacéuticos, se han rellenado casi todos los impresos de casi todas las oficinas de correos del mundo, se ha alfabetizado a niños y a adultos nicaragüenses y birmanos y congoleños y noruegos, se han escrito tesis doctorales y éxitos del rock'n'roll, exégesis del Corán y seguramente informes de la KGB, y pintadas en las puertas de los váteres de los bares. Pero es que además, roto sigue funcionando, y es tan humilde que a nadie se le caen los anillos por escribir con un bic mordido, o sin capuchón, o con el extremo posterior destrozado. ¿Qué otro útil de escritura mantendría la dignidad atado con una cuerda en el pupitre de facturación de una estación de tren perdida? Y es que se diseñó para que mucha gente pudiera escribir por poco dinero. Pobre y eficaz, lo usan quienes no pueden pagar más y quienes no consideran necesario hacerlo. Se me ha ocurrido teclear www.bic.com, y me he encontrado con que una tal Brookhaven Instruments Corporation, harta de que la confundan (¿avergonzada por la usurpación?) tiene un enlace al verdadero bic arriba del todo, antes incluso de empezar con sus cosas. Otros bolígrafos se diseñaron para venderse, o para distinguirse de los demás, y mueren más fácil. Las cosas pequeñas son importantes. Muchos "diseñadores" con firma, que quieren que se reconozca su autoría, retuercen formas y barajan materiales hasta que los objetos así torturados son malamente capaces de cumplir su función: sofás en los que no se puede echar la siesta, o cartón para partes que rozan y se desgastan, o cosas que obligan a preguntar para qué sirven. Arquitectos de renombre (¿quién los renombra?) diseñan aeropuertos sin sala de espera. El genio que diseñó el bic no lo haría. Seguro. |
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