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Ahora que te miro a tus quince días de vida, qué mejor que recordar las señales de aquel 18 de diciembre de 2001 en que naciste. El día salió más que frío, helador. Además te dio por intentar nacer a 70 kilómetros de donde estaba previsto. Y es que querías ser bilbaina como tus padres. Pero los hados habían decidido que vieras la luz en Vitoria, conocida popularmente como Siberia entre los vecinos del país. Afortunadamente, salvaste los fríos de la mañana y viniste al mundo por la tarde, en la mejor hora, la del té, justo antes de que se pusiera el sol. A partir de entonces, los astros y las efemérides de tu tradición religiosa (la de tus abuelos, más bien) comenzaron a confirmar la llegada de ese algo extraordinario que ya se había visto venir con tu voluntad de ser desde la cuna del Athlétic de Bilbao. Aquel día se celebra desde siempre la Expectación del Parto de la Santísima Virgen, qué coincidencia porque tú no te quedaste atrás en trascendencia histórica. Pero también es Nuestra Señora de la Esperanza, que no falte, y en el santoral se cita a María de la O, para que no te quedes sin el componente folklórico de la copla española. La luna estaba a punto de ser creciente, momento ideal para algún cultivo de los que prepara tu abuela en Lanestosa (Bizkaia) o para emprender la poda de la viña de tu otra abuela en Leza (Álava). Pero también eran tiempos turbios en los que las gentes habían perdido una vez más el Norte y no sabían por donde les daba el aire. Las matanzas de ex agentes de los servicios secretos de las grandes potencias se consideraban terrorismo al igual que la insurgencia de pequeños grupos que se reían de las miserias del sistema; el cemento y el hormigón (por poner un ejemplo) dominaban el mundo y cualquiera que se oponía a esas macroinfraestructuras de mal gusto era considerado un delincuente. El dinero, en fin, era el único componente de las vidas del mundo, pero todavía quedaba la oportunidad de disfrutar de placeres terrenales que algunos estamos preservando para ti en algún rincón libre. Salud, Marina |
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