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KANDAHAR, LEJANA Y SOLA ¡KANDAHAR, KANDAHAR, KANDAHAR, TE QUIERO...! Pero díganme ustedes dijo- por qué las mujeres de hoy día parecen más bien llevar vestidos para taparse que para vestirse; apenas si dejan ver el rostro, por el cual sólo puede reconocerse su sexo: de tal modo las formas del cuerpo están desfiguradas, envueltas por los pliegues estrambóticos de las telas. Xavier de Maistre, Viaje alrededor de mi cuarto
Prisioneras en su propia indumentaria, se diría ocultas tras el tragaluz del entresuelo con vistas a la calle, a la claraboya de una buhardilla, a la escotilla a ras de tierra de un búnker privado, a la trampilla del sótano de su intimidad, al respiradero del sotabanco, amortajadas en vida y mucho más en viuda- bajo la capucha de penitente memento mori-, desde que dejan de jugar con las muñecas-trampa hasta que repasan las cuentas -pendientes- del rosario, con la humildad vergonzosa del reo y vergonzante del verdugo -sin el capirote viril, ni el gorro troncocónico de los sacerdotes astrónomos babilonios-. Vagan, divagan, extravagan pies, para qué os quiero-, puesto que la servidumbre de sus desvelos les permitió conservar por regla general todas las extremidades, jugando a gallinitas ciegas voyeuses forzadas a lo evidente, tan sólo de lo que salta a la vista-, resguardadas de la agresividad urbana y las inclemencias ciudadanas varios segundos de observanciacontinuada son en algunos EE.UU acoso sexual-, mientras sus varones se empeñan en carreras a la pata coja en pos de las piernas de madera llovidas del cielo. CON BURKHAS Y A LO LOCO De todas las figuras que están representadas en estas hojas, ninguna deja al descubierto la garganta, los brazos y las piernas. ¿Cómo es que vuestros jóvenes guerreros no han tratado de destruir semejante costumbre? Aparentemente añadió-, la virtud de las mujeres de hoy día, que se muestra en todo su indumento, ¿excede con mucho a la de mis contemporáneos?
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