LA LITERATURA VASCA AL FINAL DEL MILENIO
(PARTE I)

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jon kortazar

No está de sobra subrayar que las autopistas –en la que los estudiantes universitarios vascos pasan mucho tiempo de su época formativa de Universidad- representan la no ciudad, el no espacio, el cambio de un espacio solidario, por un espacio solitario, un espacio donde el icono, la imagen, ha tomado el lugar del lugar, de la plaza

Y no estará de más indicar que el peaje de las autopistas es un serio obstáculo para la comunicación normal y cotidiana. De facto, no es baladí señalar una emigración vizcaina hacia Cantabria, por razone económicas.

Pero si la geografía guía nuestras vidas, guía también nuestras novelas. La ficción prefiere cada vez más un espacio marcado por la gran ciudad, o por la pequeña ciudad.

Eso es así, sí, pero no es menos cierto que existe una literatura que se vuelve hacia la infancia. Obaba es infancia, alguna novela de Anjel Lertxundi la ha tratado. Y el mundo de la infancia ha sido el punto de partida del gran poemario de Koldo Izagirre Non dago basques’ harbour.
Ciudad, autopista e infancia tres ejes de la geografía sentimental de la literatura vasca contemporánea.

2. La explicación histórica.

Existen dos formas de entender el concepto en la actual coyuntura y en torno al funcionamiento de la literatura en el País Vasco. La primera buscaría una aproximación histórica al fenómeno, la segunda tiene a la historia como forma y fondo de la creación literaria.

Si dirigimos la mirada hacia la explicación histórica tendríamos que responder a la pregunta de por qué se ha producido este nuevo lanzamiento, renacimiento dirían los antiguos, de la literatura vasca. Sólo existe una explicación: la literatura vasca se ha convertido en un sistema literario a partir de la publicación de la Ley del Euskara en 1983, que regula su uso en la escuela y en la administración pública vasca. Sin esa ley, y sin la introducción de la lengua vasca en la escuela no estaríamos, probablemente, hablando de despegue .

Despegue incontestable, por supuesto, pero discutible en la misma medida. El vigor de la literatura en lengua vasca se ha ligado de forma importante con el desarrollo de la enseñanza de la lengua vasca, ya sea para adultos, como para los escolares que realizan sus estudios reglados en la Comunidad Autónoma. ¿La unión es íntima? Muy probablemente no pueda decirse tanto, pero difícilmente puede objetarse que existe la relación, y que ello dificulta la publicación de textos que escapen del marchamo de “Dirigido a la escuela”. Ello, es obvio, no es imposible, y, desde luego, hay autores exigentes (los últimos trabajos de Saizarbitoria, las últimas novelas de Anjel Lertxundi, los poemas de Koldo Izagirre, entre otros nombres) que buscan una impecable factura de su obra, dirigida a un público no escolar. Como comentó aquel editor: “La obra es buena, pero no se puede vender en COU”.

Otra prueba tangible de la relación entre literatura y escuela es la abundancia de literatura infantil y juvenil que se edita en el País. Y existe un rasgo definitorio del momento actual es el amplio cultivo de esa literatura, con nombres como el de Mariasun Landa, Anjel Lertxundi, Bernardo Atxaga o Juan Kruz Igerabide, Patxi Zubizarreta, que, curiosamente, han promocionado la literatura vasca fuera de nuestras fronteras, con menciones internacionales en el curriculum de su producción, además de una gran cantidad de traducción a lenguas de otro ámbito.

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